El Coste Invisible Del Piloto Automático
El Círculo
Tres de cada cuatro directivos con los que he hablado en los últimos meses no pudieron nombrarme 3 decisiones estratégicas que hubieran tomado en los últimos 90 días. Tres. No treinta. Tres.
Pero pudieron enumerar sin problema cincuenta reuniones, doscientos correos urgentes, y una docena de crisis resueltas. Esto no es un problema de capacidad.
Es un problema de consciencia. La mayoría de la gente que cree estar construyendo… simplemente está respondiendo.
Y hay una diferencia importante entre ambas.
El problema que nadie quiere ver
Vivir en piloto automático no es pereza. Es algo mucho más peligroso: eficiencia mal dirigida.
Es levantarte, abrir el correo antes de definir tu prioridad, entrar en reuniones sin saber por qué estás ahí, resolver lo urgente, apagar fuegos, y acostarte pensando que hiciste algo importante. Pero no diseñaste nada. No construiste nada nuevo. No moviste la aguja. Solo respondiste. Con velocidad. Con precisión. Pero sin dirección.
El error común es creer que el movimiento es progreso. Que si tu calendario está lleno, estás siendo productivo. Que si respondes rápido, lideras bien. Mentira. El movimiento no es dirección. La velocidad no es claridad. Y la ocupación no es impacto.
En 2018, Harvard Business Review estudió a más de 300 CEOs durante 60 días. El 41% de su tiempo se iba en tareas que podían ser delegadas o eliminadas. Cuando les preguntaron por qué seguían haciéndolas, la mayoría respondió: “Porque siempre lo he hecho así.” Eso no es liderazgo. Es inercia institucionalizada.
Y plantea una pregunta incómoda: ¿Qué porcentaje de tu trabajo actual es mantenimiento de decisiones viejas que ya no deberías estar tomando?
El marco: Los 3 vectores de claridad
Si el piloto automático es movimiento sin dirección, la solución no es parar. Es redirigir. Y para eso necesitas tres vectores:
1. Claridad energética ¿Qué tareas te dan energía y cuáles te la roban? No es una pregunta emocional. Es estratégica. Si el 60% de tu día te drena, no tienes un problema de motivación. Tienes un problema de diseño. Durante siete días, anota cada tarea y marca si te dio energía, te la quitó, o fue neutra. Al final de la semana pregúntate: ¿cuántas de las tareas que me drenaron eran realmente necesarias?
2. Claridad de impacto No todas las tareas son iguales. Algunas mueven la aguja. Otras solo la tocan. La pregunta no es “¿qué tengo que hacer?” sino “¿qué, si lo hago, hace que todo lo demás sea más fácil o irrelevante?” Si eres CEO, tu mayor impacto no está en resolver problemas operativos. Está en contratar bien, definir cultura, y tomar las tres a cinco decisiones estratégicas del trimestre. Todo lo demás es ruido ejecutivo.
3. Claridad de conexión ¿Tus acciones diarias están conectadas con tu visión a 90 días? La mayoría tiene metas. Pocos tienen sistemas. Casi nadie tiene coherencia entre lo que dice que quiere y cómo usa sus días. Cuando Elon Musk asumió Twitter, despidió al 80% de la plantilla. La empresa no colapsó. ¿Por qué? Porque el 80% del trabajo no era estratégico. Era mantenimiento de sistemas que ya no servían. Esto no es crueldad. Es claridad.
Aplicación: El inventario de 90 días
No basta con entender el problema. Hay que desmontarlo.
Siéntate con tu calendario de los últimos 90 días. No con tus intenciones. Con la realidad. Pregúntate: ¿cuántas horas dediqué a tareas estratégicas versus reactivas? ¿Cuántas decisiones tomé que movieron la aguja? ¿Cuántas reuniones fueron realmente necesarias?
Este ejercicio es incómodo. Por eso casi nadie lo hace. Pero si no mides lo que hiciste, no puedes cambiar lo que harás.
Luego identifica los lastres. Un lastre es cualquier cosa que consume tiempo o energía, no produce impacto medible, y existe solo por inercia. Reuniones semanales sin agenda. Clientes que consumen más de lo que aportan. Proyectos que nunca avanzan pero tampoco se cancelan. Haz una lista sin justificaciones. Y pregúntate: ¿qué pasaría si elimino esto?
En el 80% de los casos, la respuesta es: nada. O algo bueno.
Finalmente, rediseña tu próximo trimestre con tres preguntas: ¿Qué quiero haber construido en 90 días? ¿Qué tres decisiones estratégicas necesito tomar para llegar ahí? ¿Qué sistemas necesito para que esas decisiones se ejecuten sin mí?
La vida en piloto automático
La vida en piloto automático no es un accidente. Es una elección que haces cada día al no elegir. Cada vez que dices “sí” sin pensar. Cada vez que abres el correo antes de definir tu prioridad. Cada vez que entras en una reunión sin saber por qué estás ahí.
Estás eligiendo. No desde la consciencia. Desde la inercia.
Y la inercia no construye nada. Solo mantiene.
Aquí está la bifurcación: o sigues como hasta ahora—ocupado, eficiente, respondiendo rápido, apagando fuegos—sin poder nombrar tres decisiones estratégicas del último trimestre. O paras, evalúas, diseñas, eliminas el lastre, rediriges tu energía, y en 90 días miras atrás y ves algo tangible que construiste.
La diferencia entre ambas no es tiempo. Es intención.
Y nadie te va a dar permiso para cambiar de rumbo. Tienes que dártelo tú.
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Jorge Urios
Autor de La Boostletter
Pensar con Claridad, Decidir con Criterio, Actuar con Impacto.
PD: Este domingo en la Sala de Decisión, te comparto el mapa de salida del piloto automático. Un framework de claridad para que puedas recuperar el control sobre tu tiempo, energía y dirección
